Paul Fitzgerald, de 30 años de edad, fue condenado a 34 años de cárcel, luego de que torturara y matara a su compañero de prisión, Richard Huckle, de 33 años, quien cumplía 22 cadenas perpetuas por pedofilia.
La historia tuvo lugar en Yorkshire del Este -Inglaterra-. Huckle fue arrestado en 2014 bajo los delitos de pornografía infantil y al menos 200 casos de abuso sexual a menores de entre 6 meses y 6 años de edad en Malasia.
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Al momento de su detención, la Policía también pudo determinar que estaba escribiendo un ‘manual’ para otros abusadores. Fue condenado en 2016.
Fitzgerald, quien estaba en la misma prisión que su víctima desde 2009 por un ataque sexual a un paseador de perros, planeó el asesinato a principios de octubre de 2019 y lo llevo a cabo el 13 de ese mismo mes.
Es día ingresó a la celda de Huckle con armas improvisadas, hechas con un cepillo de dientes y un bolígrafo, y telas para inmovilizarlo. Lo violó con el mango de una chuchara «para que supiera como se siente (un abuso sexual)”, le metió un esfero por la nariz hasta romper el hueso y llegar al cerebro, le golpeó la cabeza varias veces contra el piso y lo apuñaló y estranguló.
El mismo Fitzgerald contó detalles de lo sucedido y hasta dijo que: «Fue un acto de justicia poética». Además, aseguró que su intención también era cocinar parte de la carne del torturado y comérsela, para luego ir a matar a otros reos, lo que no hizo porque según él: «ya me estaba divirtiendo mucho».
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La tortura duró casi una hora y media, y fueron alertados por otros presos los que alertaron a los guardias sobre lo que estaba sucediendo.
La condena contra el asesino fue mitigada, pues se pudo comprobar que tiene problemas mentales derivados del abuso sexual que sufrió de niño.
En el proceso Fitzgerald bostezó y hasta sonrío al escuchar la sentencia.
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