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Popeye, el sicario que buscó tranquilidad en el Quindío, sucumbió ante el cáncer

Popeye buscó tranquilidad en el Quindío
Radacción: poderpolitico.com.co

Después de pagar una condena de 23 años de prisión por los delitos cometidos como lugarteniente de Pablo Escobar, leyenda del narcotráfico, alias Popeye se radicó en el Quindío, departamento que le gustó por su tranquilidad, residiendo temporalmente en casas de Armenia, Calarcá y Filandia.

Su paso por el Quindío no fue publicitado, pero hoy, día en que murió tras una corta batalla contra el cáncer de esófago, quienes lo vieron rememoran lo que sintieron cuando estuvieron muy cerca de uno de los protagonistas principales de una de las épocas más oscuras de la historia de Colombia.

Popeye, nacido en Yarumal, Antioquia, prestó servicio militar en la Armada Nacional, razón por la que siempre fue reconocido como un marinero, de ahí el apodo por el que es conocido en el mundo entero.

La característica de reservado que debió tener cuando fue sicario del Cartel de Medellín la perdió en la cárcel, donde se convirtió en mediático, descubriendo su faceta de contador de historias, lo que hizo en entrevistas en todos los formatos y en libros de su autoría.

En su canal de Youtube aparece la siguiente presentación: «Este canal lo hice con el fin de contarles día a día, como ha sido mi proceso de reincorporación a la sociedad, así también como el proceso del verdadero arrepentimiento, porque el Supremo me dio la oportunidad de volver a nacer, porque recuperar la libertad luego de 23 años y 3 meses de la peor pena que un ser humano pueda pagar, como es estar aislado del mundo, es como volver a nacer».

Le gustó la atención del púbico, lo atraían las cámaras y se desenvolvía bien ante ellas, contando con la detallada mirada de un novelista, las atrocidades que cometió o que presenció, callando, con una sonrisa maliciosa en sus labios, cuando le preguntaban por un delito que sabía aún no había prescrito.

Pasó por las peores cárceles de Colombia, incluida La Picota de Bogotá, donde coincidió con varios de sus enemigos y evitó terminar, como si lo hicieron tantos otros, descuartizado y arrojado por las tazas de los baños.

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Supo sobrevivir a ese infierno, adaptándose como un camaleón; en realidad siempre se adaptó: al cumplir sus años de condena y salir a un mundo distinto al que había dejado atrás, contrario a lo que muchos creerían, no lo atropelló la tecnología, se convirtió en youtuber.

Popeye estuvo en las más duras cárceles de Colombia. En su primera condena purgó 23 años, después de entregarse a la justicia el 9 de octubre de 1992, junto con Roberto Escobar, hermano del jefe del cartel de Medellín, y Otoniel de Jesús González, alias Otto.

Creó el canal Popeye Arrepentido, pero arrepentido no estaba, tanto que se hacía llamar El General de la Mafia, apelativo que llevaba tatuado en ambos antebrazos. En sus años en la oscuridad de las celdas colaboró con la justicia y fue el principal testigo en contra de Alberto Santofimio en el caso del magnicidio del candidato presidencial Luis Carlos Galán.

Santofimio, mentor político de Pablo Escobar cuando este inició la cabalgata proselitista que quería terminara con un futuro triunfo en las elecciones presidenciales, para abolir del léxico de los colombianos la palabra extradición, fue, según Popeye, quien le metió al ‘Patrón’ la idea en la cabeza de asesinar a Galán.

Popeye buscó tranquilidad en el Quindío
En 2017, el canal Caracol transmitió la novela Alias JJ, sobre la vida de John Jairo Velásquez Vásquez, protagonizada por Juan Pablo Urrego; Natasha Klauss, como la narradora periodística, así como Elkin Díaz, Toto Vega, Nicole Santamaría y Ramsés Ramos.

Por ese delito, Santofimio, que también residió en Armenia, en busca de tranquilidad, hoy está tras las rejas, purgando una condena de 24 años, atrapado por la dama rengueante de la que fue máximo representante en el país en la década de las 70, en el gobierno del presidente Alfonso López Michelsen, como Ministro de Justicia.

Santofimio puso en la mira a Galán, después de que este denunciara la cercanía de Escobar con el narcotráfico y lo expulsara en el inicio de la década de los 80, junto al líder liberal paisa Jairo Ortega, del Nuevo Liberalismo, movimiento que Galán encabezaba.

Después del escarnio, Escobar se vinculó a Alternativa Liberal y logró en 1982 llegar al Congreso de la República, como suplente, donde quedó en la mira del Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, que después de ver algunas publicaciones del diario El Espectador lo acusó de ser narcotraficante, lo que incendió al país, pues Escobar dejó a un lado su máscara y lo mandó a asesinar el 30 de abril de 1984, iniciándose el periodo de violencia narcoterrorista en el país.

Popeye tomó relevancia en esta guerra. Se le atribuyen más de 3.000 delitos, entre ellos múltiples asesinatos. En su maleta andaba con el dinero suficiente para comprar conciencias, pero también con las balas necesarias para acribillar a quienes se negaran a cooperar: “plata o plomo”, es una de las frases célebres de Escobar Gaviria y su corte.

La libertad de alias Popeye duró tres años y nueve meses. Fue procesado por extorsión, señalado de estar vinculado con una ‘oficina de cobro’ que opera en Medellín. En prisión le fue diagnósticado el cáncer que lo llevó a la tumba y que lo convirtieron en un fantasma que hoy recorre incluso el departamento del Quindío.

Radacción: poderpolitico.com.co

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