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«Desastre en Mocoa estaba advertido hace 9 meses y pudo evitarse»

600 milímetros de agua cayeron sobre Mocoa en solo cuatro horas, lo que provocó la avalancha que ha causado hasta el momento la muerte de 254 personas, más de 200 heridos y cerca de 45 mil damnificados.

Para comparar lo que fue la magnitud de la lluvia, se puede decir que en el Golfo del Darién, considerada una de las zonas más lluviosas del mundo, en un año caen alrededor de 10 mil milímetros de lluvia, lo que representa un promedio de poco más de 27 milímetros por día.

Fue así como se desbordaron los ríos Mocoa, Sangoyaco y Mulato. Al ser fuentes fluviales torrenciales, arrastraron a su paso sedimentos, basuras y piedras descomunales que provocaron una enorme avalancha que arrasó con el barrio San Miguel y destruyó otros 16 sectores de la capital del Putumayo.

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Pero además, “el uso inadecuado del suelo en zonas cercanas a los ríos activó antiguos deslizamientos y generó unos nuevos. Se vivió un fenómeno con características similares a otro ocurrido hace 50 años en esta misma zona antes de que estuviera poblada”, dijo Luis Alexander Mejía director de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonía -Corpoamazonía-, en entrevista con el portal Semana Sostenible.

El funcionario explicó que si bien predecir el momento exacto en que ocurrirá un evento como este es casi imposible, la ciudad estaba advertida. Corpoamazonía y la gobernación del Putumayo ya habían hecho unos estudios de modelamiento que señalaban, con anticipación, que este tipo de eventos podían suceder con la magnitud en la que se dieron y con afectación a equipamientos colectivos como el acueducto y las subestaciones eléctricas.

“Se hizo un taller con el Servicio Geológico Colombiano donde se mencionaron y advirtieron sobre los asentamientos inadecuados en ciertas áreas”, afirma Mejía. A pesar de esto tenían una limitante, varios municipios amazónicos, incluido Mocoa, no han actualizado su Plan de Ordenamiento Territorial (POT). “Por eso ha sido complejo concertar e implementar los determinantes ambientales en la ciudad. Es un tema de uso inadecuado de los suelos que agrava este tipo de eventos. Hace nueve meses los estudios revelaban que algo como esto podía pasar”.

La alarma sigue en rojo. El sobrevuelo demostró que las vertientes de las quebradas están fracturadas, hay socavamiento de los ríos y mucho material sobre los cauces y lechos.

De hecho, hay tantos sedimentos acumulados que si se volvieran a presentar lluvias como las de la madrugada del sábado, una “réplica” de la tragedia ocurriría de nuevo. “Los ríos aún están buscando su nivel de base y eso demorará un tiempo considerable”, añadió Mejía.

Entre tanto, Luz Marina Mantilla, directora del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas -Sinchi-, aseguró para el mismo portal, que la gente ha puesto sus casas en zonas inundables. “Acá hay un tema muy crítico y es que los ríos tienen memoria. Normalmente tratan de volver a su cauce y eso es algo de lo que creo pasó con algunas zonas de la ciudad de Mocoa, sobre todo con el barrio San Miguel que está ubicado en zona de lecho de río”, asegura.

Mantilla hizo énfasis en temas como «la deforestación y esa especie de “desprecio” por las condiciones ambientales, son una sumatoria complicada y un caldo de cultivo para que lo que está mal se vuelva peor. Todo el arco suroccidental del Amazonas (Caquetá, Guaviare y Putumayo) conforma los puntos calientes de la deforestación.

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No hay que perder de vista que Putumayo es el quinto departamento del país con más pérdida de capa vegetal. 9.000 hectáreas habían sido deforestadas a 2015.

Luis Alexander Mejía coincide con lo anterior y agrega que Mocoa está ubicada en el piedemonte amazónico y sus suelos tienen una vocación para el crecimiento de vida, ya que es una de las zonas más biodiversas del mundo. “Cuando quitamos la cobertura vegetal, la tierra, que está compuesta en gran parte por ceniza volcánica, se impregna de humedad y con el agua de lluvia se causan estragos”.

No tener esa masa boscosa es una variable que facilita las remociones en masa. “Tenemos deforestadas las rondas hídricas y las aledañas a los asentamientos humanos. Es urgente restaurar estas zonas y los suelos con pendientes mayores al 100%”, asegura Mantilla. Además, el tema de la ganadería extensiva irresponsable y los cultivos ilícitos, son dos de los grandes responsables de la pérdida de vegetación, la cual sirve para contener las aguas y darle firmeza a los suelos.

Por otra parte, es necesario darle importancia a las advertencias que hacen las instituciones sobre zonas que son consideradas de riesgo. “No se trata de un capricho y hoy la naturaleza nos lo demuestra. Si medimos fuerza con ella, los afectados serán los asentamientos. Esperamos que si algo deja esta tragedia, sea la consciencia de retomar el ordenamiento territorial de la zona y ver los recursos naturales como elementos a los cuales hay que respetar y cuidar”, concluyeron los funcionarios.

Lea el artículo completo en Semana Sostenible.

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