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Dejémonos de vainas, de cuentos y de días sin IVA

Las opiniones de los columnistas y blogueros son de su estricta responsabilidad y no representan la opinión de 180grados.digital

Jose Alejandro Guevara

Contador Público. Especialista en Gerencia Tributaria y Diplomado en Actualización Tributaria y Toma de Decisiones.


Llegó el tan esperado día y con él la locura nacional desaforada, igual o peor que la celebración de cualquier empate de la selección de fútbol (contra Alemania 1-1 y Chile 3-3), celebrando solo partiditos más no títulos; imágenes que mejor parecen el ingreso a transmilenio en hora pico, la larga espera previo a conciertos de gran magnitud en el parque Simón Bolívar de Bogotá o las multitudinarias marchas de noviembre pasado en todo el país.

De quince en quince completamos noventa días de quédate en casa, dos metros de distancia, encierro de niños y viejos, use el tapabocas, no use el tapabocas, lavado de manos, laven las calles, no laven las calles, además de la suspensión de contratos laborales, aplazamiento del pago de primas, decreto de  ley seca sumado al toque de queda y rematan con la programación de los tres días sin IVA;  si de verdad existe gobierno nacional, que suspenda el 3 y 19 de julio y los traslade para el mes de diciembre, donde esperamos días menos pandémicos y con algo de dinero en la cuenta para realizar compras de productos que sin IVA realmente salgan más baratos.

Dejémonos de vainas como el famoso programa de los noventa, de cuentos y de días sin IVA, prefiero restaurantes, billares, bares, parques, comercio funcionando así sea con capacidad media, pero sin políticas selectivas de miedo y alteraciones al sistema nervioso, que someternos a otros noventa días de encierro que solo sirvieron para acabar empresas y empleos, sin proveer materiales, respiradores o mejorar las UCI en los hospitales; promesas hechas en el mes de marzo las cuales no se han cumplido como es de costumbre;  guardaré distancia de dos metros, usaré tapabocas y cuidaré de los míos, pero que se acabe la política del terror.

Sinceramente, pronosticaba escenario nefasto en nuestro departamento, ya que gracias a la actividad turística estamos acostumbrados a las variaciones de precios siempre en aumento, no solo de productos sino también de servicios; al inicio de este siglo aún se diferenciaba entre el precio al turista y el precio al vecino, o mejor dicho precio al nativo, y porque vislumbraba que nuestra estática economía quindiana como la he llamado en escritos anteriores, iba a aportar muy poco a la estadística nacional de pesos gastados en esta estrategia de reactivación.

Desde el nivel central no entienden como un Departamento con la población de media localidad de Kennedy en Bogotá o media población de Soacha en Cundinamarca, se estanca en desarrollo y naufraga en cálculo de indicadores, encabezando únicamente los índices de desempleo y de consumo de estupefacientes; me perdonarán pero solo ganamos estos indicadores.  Hay un problema, solo se investiga por parte del DANE en la ciudad de Armenia y al final se toman decisiones que benefician únicamente a la capital, excluyendo a los municipios que también hacen parte del Quindío.

Se escucha en todos los rincones que somos privilegiados, que vivimos en un paraíso y eso nadie lo pone en duda, es verdad, no hay tierra más hermosa que la nuestra y mientras el destino permita el primer respiro al amanecer, nos levantaremos y seguiremos esforzándonos para lograr el crecimiento de nuestras familias y por ende de nuestro entorno.

Pero no se logra con adornadas palabras y actuaciones individuales; todos debemos aportar, no solo los desgastados y criticados servidores públicos que en su gran mayoría hablan sin sentido, solo esperan la oportunidad de recuperar lo invertido y más; todos debemos aportar; por lo menos estos veinte días venideros aportemos cuidándonos más de lo normal, ya que los compradores excesivos de rollos de papel higiénico de marzo, salieron el 19 de junio a comprar sin plata productos más costosos.

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