Según las cifras de la Federación Nacional de Cafeteros 13 de los 14 millones de sacos de café que se producen al año en el país son exportados, es decir el 93% tiene como destino el resto del mundo.
Café Sello Rojo y Colcafé son las marcas más vendidas y la gran mayoría no son producidas en el país desde el año 2005 aproximadamente.
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1,8 millones de sacos se necesitan en promedio para el consumo local y para satisfacer la demanda son importados unos 800.000 sacos calidad pasilla desde Ecuador y Perú.
En Colombia se producía solo materia prima, por lo que nuestros productores no distinguían el sabor de sus cafés.
“Primero se pensó en la industria y luego en la cultura” así lo expresa Samper quien compara la relación del Colombiano con el café y del Francés con el vino en la cultura del país europeo.
«El pacto de las cuotas generó un sobreinventario en el mercado local que duró hasta el final de la primera década de este siglo. Ese grano, pese a estar almacenado a temperaturas controladas, perdía su frescura y cambiaba de sabor».
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«Los tostadores locales procesaban estos excedentes de café con altas tostiones (tueste) para ocultar el sabor ‘reposado’. Así que millones de colombianos aprendieron a preferir un café fuerte de alta tostión y cuyo precio les fuera asequible. Esa preferencia hoy se mantiene» Explicó a BBC NEWS Ana María Sierra, coordinadora del programa Toma Café de la Federación de Cafeteros.
Paradójicamente el país cafetero no es el mejor consumidor de café porque históricamente para el mercado local ha quedado el grano de más baja calidad. Incluso en el territorio nacional desde los tiempos de la colonia se consume más chocolate que café.
«En términos históricos, somos un país más chocolatero que cafetero». Aseguró al mismo medio Marco Palacios, probablemente el historiador que más ha estudiado al café colombiano.
La referencia de que en Colombia se produce el mejor café del mundo, no es garantía de que somos los mejores consumidores y catadores de café de alta calidad.
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