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La quinta estaba desolada, la calle parecía un desierto de asfalto donde solo circulaban las últimas ánimas que buscaban un refugio. No había por qué salir o para qué hacerlo, la primera noche de toque de queda en el municipio de Montenegro se vivió una verdadera cuarentena.
Tuvimos la oportunidad de acompañar, en un recorrido municipal, al capitán Wilmar Laverde, un hombre alto, blanco, con una voz gruesa y un acento extraño; da órdenes a sus subalternos con tranquilidad y se le marca la experiencia de los años en sus recomendaciones. Nos contó que solo se habían realizado tres comparendos desde que inició el toque de queda, que por lo menos el 90% de las personas habían acatado la recomendación de quedarse en casa. Y es que ¿cómo no hacerlo? Si la pandemia del Covid-19 (Coronavirus) ya ha cobrado alrededor de 20.500 vidas y tiene más de 460.000 infectados en el planeta.
El capitán Laverde nos mostró sitios desolados, como la galería municipal y sus alrededores en donde solo se veían un Willis verde, viejo y solo: como el preámbulo tranquilo de una película de terror o como muchos habitantes de calle que solo cuentan con la protección de Dios. La verde se muestra tranquilo, nos cuenta las recomendaciones que él le hace a los comerciantes de la zona y explica con tono afable cómo algunos solo se preocupan por sus ventas.
Varios policías en motos rondan el municipio y se detienen para bromear un poco con el capitán, dan parte de tranquilidad y siguen su camino como zorros nocturnos. Luego pasamos por el hospital que andaba despoblado: un equipo de enfermeras y una médico aguardaban con paciencia, “las personas se lo han tomado con tranquilidad y han acatado las recomendaciones” repetía Laverde al ver la respuesta de los habitantes del municipio cuando apenas comenzaba el toque de queda.
En Armenia las autoridades locales han actuado con prontitud, pero aún falta lo más difícil. Explica el capitán Wilmar que esta prevención es como dar tres pasos: “vamos en el segundo: el simulacro, pero el tercero (el de la cuarentena total, que arrancó hoy) es el más difícil”. Claro está que en España e Italia no se tomaron las medidas a tiempo, las personas pensaron que era un juego y mire como creció el problema. Si acatamos las recomendaciones, si nos cuidamos entre todos, y pensamos más en el otro que en uno mismo, podremos sobrellevar este gran reto que nos pone hoy el planeta.
En la patrulla nos encontramos con un motociclista que no acataba la orden de toque de queda, la patrulla para y lo detiene, yo pensé que le iban a hacer un comparendo, pero el capitán vuelve y nos sorprende: pregunta con un tono tranquilo quién es, para dónde va, por qué esta fuera de su casa; el motociclista responde “soy taxista, estaba guardando el carro”, Laverde le recomienda que se apresure y lo deja ir, de inmediato nos cuenta que han tenido que llevar señoras y niños enfermos al hospital por falta de taxis en la noche. Digo que sorprende porque las redes sociales nos han mostrado una cara de la Policía Nacional, pero no se puede generalizar, Laverde mostró que también hay un lado humano, más consiente.
Para finalizar, hay que decir que Montenegro se portó a la altura durante el simulacro hasta el lunes, que las personas parecieron entender que esto es serio y que entre todos podemos protegernos. Sería bueno también que las políticas de estado no solo apunten a evitar la propagación del virus, sino además que apunten a proteger al ciudadano con políticas económicas como congelar los créditos, para el cobro de hipotecas o dar bonos de ayuda.
J. Deibi Agudelo Martínez. Licenciado En Literatura y Lengua Castellana Estudiante de Maestría en Ciencias de la educación Artista Circense
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