El ministro de Salud, Alejandro Gaviria, fue diagnosticado con un “linfoma no Hodgkin difuso de células grandes”, que significa un cáncer en el sistema linfático, que afecta a los órganos y estructuras de defensa del organismo.
En un comunicado de la Clínica del Country en Bogotá informaron que el funcionario tendrá que someterse a seis ciclos de quimioterapia por aproximadamente cinco meses, tiempo durante el cual recibirá una incapacidad médica parcial que le permitiría seguir en funciones como ministro.
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El centro médico agrega que el Ministro “ingresó a la institución la semana anterior, a causa de una dolencia abdominal. Luego de una valoración inicial por parte del personal médico y asistencial, se ordenaron exámenes que permitieron esclarecer el origen de su dolencia… el pronóstico de la enfermedad es positivo.
Por las posibilidades de cura, que son más altas en comparación a otros tipos de cáncer, este centro médico inició ya con el tratamiento de Gaviria, quien no tuvo qué padecer las interminables esperas, trámites y humillaciones que la mayoría de colombianos de a pie tienen que sufrir para que los traten ante cualquier enfermedad en el sistema de Salud que el mismo Alejandro Gaviria dirige desde su cartera.
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Sin necesidad de entutelar varias veces, recurrir a fallos por desacato o resignarse a morir esperando que quieran atenderlo, el caso del ministro Gaviria demuestra la gran desigualdad en Colombia, un país donde la salud es un negocio y donde si un pobre enfrenta algún padecimiento grave está prácticamente condenado a la muerte.
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