La tarde de este domingo 7 de enero fue caótica sobre la Autopista del Café, cuando un trancón de varios kilómetros de carros en fila y sin poder avanzar, se tomó ambos carriles de la vía en dirección Armenia – Pereira.
El atascamiento se produjo por la cantidad de vehículos que intentaban ingresar a la ruta hacia Boquía y Salento, en un día no solo turístico, sino de fiestas aniversarias en el municipio ‘Padre del Quindío’.
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Turistas y habitantes de Salento se vieron afectados por este trancón, que también perjudicó a las personas que a esa hora se dirigían hacia municipios como Filandia, Pereira o Manizales, desde la ciudad de Armenia.
Este tipo de situaciones evidencia las casi nulas estrategias en materia vial y de transporte que la clase dirigente quindiana tiene con respecto al municipio más turístico del departamento.
La vía a Salento después de la Autopista del Café se ha convertido en una vergüenza. No tiene señalización suficiente, las líneas de los costados y el centro de la carretera están borradas completamente, no hay vallas de contención en gran parte de los abismos, y es extremadamente estrecha para el tránsito de buses que llevan visitantes hacia la localidad y hacia Cocora. Esta es tal vez una de las vías más peligrosas del Quindío y a la vez una de las más transitadas.
Diferentes propuestas se han hecho desde diversos sectores, pero ninguna ha prosperado dada la ineficiencia de los dirigentes del departamento. Se han propuesto parqueaderos en el sector de la Posada Alemana para que los visitantes estacionen allí sus vehículos y puedan movilizarse gratis o por una módica tarifa de pasaje, en buses y jeeps hacia Salento, disminuyendo el tráfico, las congestiones y el impacto ambiental a esta zona. Se ha propuesto también un teleférico desde el mismo sitio donde estarían los parqueaderos, con estaciones en Boquía, Salento y Cocora, para disminuir también el tránsito de automotores y a su vez generar un nuevo atractivo turístico a la región.
Lamentablemente las propuestas se quedan en el papel y ni la Gobernación del Quindío, ni los congresistas en la Cámara de Representantes, ni los diputados, alcaldes y demás dirigentes políticos y del sector privado se han puesto el overol para hacer frente a esta situación, que como ya se dijo, se convirtió en una vergüenza quindiana a los ojos de todos los que llegan a pasar unas vacaciones supuestamente «alejados del estrés y los trancones de las ciudades más grandes del país».
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